Los estudiantes piden más que comunicados: quieren justicia, transparencia y garantías de que esta tragedia no se repetirá
Durante las primeras horas de la madrugada, un episodio cargado de caos y angustia golpeó de manera inesperada a más de 200 estudiantes de la Universidad Nacional Intercultural de Quillabamba, ubicada en la región del Cusco, Perú. Los jóvenes resultaron gravemente afectados por una intoxicación masiva luego de consumir alimentos servidos en el comedor universitario.
La cena ofrecida aquella noche consistía en un menú aparentemente inofensivo: arroz turco acompañado de ensalada y mayonesa.
Sin embargo, lo que parecía una comida cotidiana terminó desencadenando una cadena de síntomas alarmantes como vómitos incontrolables, náuseas persistentes y agudos dolores estomacales, los cuales comenzaron a manifestarse en horas avanzadas de la madrugada del sábado, generando alerta y preocupación generalizada.
La crisis desatada sobrepasó notablemente la capacidad de respuesta de los servicios médicos locales. Tanto las postas sanitarias como el Hospital de Quillabamba se vieron saturados ante el elevado número de estudiantes afectados que requerían atención urgente. La magnitud del suceso obligó a que personal médico y de enfermería fuera convocado con carácter de urgencia incluso si se encontraba fuera de turno, para poder brindar soporte a todos los pacientes en la medida de lo posible.
En medio de la conmoción generalizada, aumentaron las voces de indignación por parte del estudiantado, quienes señalaron al servicio de alimentación como principal responsable del incidente, acusándolo de presunta negligencia en la manipulación o preparación de los alimentos. Asimismo, hicieron un llamado enérgico para exigir sanciones inmediatas contra los responsables directos de lo ocurrido. La propia Universidad Nacional Intercultural de Quillabamba confirmó lo sucedido a través de un comunicado oficial y aseguró que ya se han iniciado procesos internos rigurosos para investigar el incidente.
Además, anunció su intención de emprender medidas legales correspondientes en torno al caso. Sin embargo, estas primeras declaraciones no parecieron ser suficientes para calmar el descontento estudiantil.
Los afectados demandaron acciones mucho más contundentes que trasciendan las palabras iniciales y exigieron respuestas concretas. Clamaron por justicia, por un proceso investigativo transparente y por compromisos firmes que garanticen su seguridad alimenticia a futuro. Reiteraron enfáticamente que tener acceso a comida segura y adecuada dentro de las instalaciones universitarias no debería convertirse jamás en un riesgo para su bienestar ni mucho menos para sus vidas.