Las autoridades y EMUFEC enfrentan una decisión clave: mantener la tradición en el corazón de la ciudad o buscar nuevas alternativas para preservar el orden y la seguridad
En Cusco, cada junio se convierte en una promesa. Desde que inicia el mes, los sonidos, colores y movimientos que transforman sus calles son parte de una coreografía esperada. Las fiestas no comienzan el 24 con el Inti Raymi, sino mucho antes, con cada pasacalle, con los cánticos escolares, con los homenajes que reviven una memoria viva. Uno de los eventos más concurridos y comentados en estas fechas es la “Noche de Luz y Sonido”, que por años ha encendido el cielo desde la Plaza de Armas. Pero ahora, su realización en ese lugar se encuentra en duda.
El espectáculo, impulsado por EMUFEC, reúne a miles de personas frente a la catedral, donde música en vivo, fuegos artificiales y rayos láser ofrecen una experiencia visual que, según sus organizadores, “deslumbra de magia y color”. No obstante, ese mismo entusiasmo genera tensiones crecientes. Las autoridades comenzaron a cuestionar si es sostenible seguir concentrando a tantas personas en un solo espacio, con los efectos colaterales que se repiten año tras año: excesos con el alcohol, actos incívicos, residuos desbordando los contenedores y dificultades para mantener el orden.
La posibilidad de trasladar el espectáculo a otro lugar, como el estadio Garcilaso, ya no es solo una sugeren- cia aislada. El propio presidente del Directorio de EMUFEC, Erick Callañaipa, reconoció que hay una presión visible: “Lo que sí se está coordinando es tener una reunión. Reunir a to- das nuestras autoridades para que ellos opinen con respecto a este tema, que es un poquito delicado”.
La tensión gira en torno a un punto clave: ¿cuánto pesa la tradición frente a la necesidad de garantizar seguridad y convivencia? EMUFEC sigue sosteniendo que la Plaza de Armas representa un sitio simbólico para los cusqueños, pero ya no descarta alternativas. “La postura no siempre es de que la Plaza de Armas es, pues, tradicionalmente, un sitio donde se congrega toda nuestra ciudadanía. Podría considerarse lo que se está diciendo, tal vez trasladar esta actividad a otro espacio. El estadio, por ejemplo, ahorita, se está considerando”, precisó Callañaipa.
“No controlar todo ello se nos escapa de las manos”, admitió el presidente de EMUFEC, al tiempo que reiteró que este año la participación de entidades como la Policía Nacional y la Fiscalía será más activa. “Comprendemos la preocupación de nuestras autoridades. Efectivamente, se nota en esta festividad un poco de desorden. Se ve personas que lamentablemente asisten en estado etílico y esas cosas incomodan a nuestras autoridades y a mucha gente de nuestra población”.
Por ahora, EMUFEC no ha tomado una decisión definitiva. Si bien su posición inicial es mantener el evento en la Plaza de Armas, su directiva asegura que la opinión ciudadana será escuchada. “Nosotros mantenemos la tradición, ¿no?, como empresa, ¿no? Y también el pedido que se tiene de la misma población. Nosotros nos avocamos a lo que diga nuestra población”, expresó Callañaipa.
El evento de luz y sonido, más allá de su atractivo visual, representa para muchos un punto de encuentro entre generaciones. Familias enteras, escolares, turistas y jóvenes locales participan o asisten con entusiasmo. Sin embargo, ese mismo entusiasmo ha derivado en una convivencia problemática que no todos están dispuestos a seguir tolerando.
“Lo único que nos queda es hacer un llamado a ellos, a su conciencia, que actuemos de la mejor manera. Primero, pensar en los turistas que vienen. Tenemos cantidad de extranjeros que vienen a ver nuestra cultura”, dijo Callañaipa, apelando a un cambio de actitud más que a una imposición normativa.
Las cifras no mienten: más de 30 mil personas se dan cita cada año en el centro histórico durante este evento. Esa concentración masiva genera un impacto evidente en el entorno urbano. El operativo del llamado Plan SOL —Segu- ridad, Orden y Limpieza—, pese a su despliegue, no siempre logra contener los excesos. Las restricciones en horarios, los cercos perimétricos y los puntos de acceso controlado, aplicados en años anteriores, han resultado insuficientes.
Una Plaza observada por el mundo
Para muchos ciudadanos, la Plaza de Armas no solo es un escenario, sino un símbolo. La defensa de ese espacio como parte del calendario festivo tiene un componente afectivo fuerte. “Si nuestra población dice, vayamos a otro lado, respetemos lo que es nuestra plaza de armas, lo haremos. Pero si también dicen no. Nuestra tradición nos pertenece, nuestra plaza de armas, y ahí queremos hacer esta festividad, lo vamos a respetar”, reiteró el presidente de EMUFEC.
Lo cierto es que la discusión no solo involucra a organizadores y autoridades. También los vecinos del Centro Histórico, los comerciantes y quienes trabajan en turismo se ven directamente afectados por las decisiones en torno a este evento. Cada intervención o traslado puede tener efectos económicos, sociales y logísticos.