Devotos ascendieron hasta santuario del Señor de la Estrella de la Nieve y ukumaris ascendieron al apu Colquepunko
Miles de fieles católicos ascendieron a los casi 5,000 metros sobre el nivel del mar (m.s.n.m.), para renovar su fe ante el Señor de Qoyllur Riti, cuya imagen piadosa se halla en el paraje del Sinak’ara, al pie del nevado Colkepunku, ubicado en el distrito de Ocongate, en la provincia de Quispicanchi.
“La peregrinación más grande del mundo”, que comienza desde la ciudad del Cusco, a la cual arriban desde el sur del Perú y otros países, fue masiva y aún continúa. Las comparsas, cua- drillas de danzantes, familias y turistas, participaron sin mayores incidentes.
Las coloridas danzas precedidas por mayordomos o carguyocs, se dirigieron fieles a sus estilos, en camiones y buses particulares hasta el centro poblado de Mahuayani Ocongate, de donde se desplazaron por un camino de herradura, cuesta arriba, por casi nueve kilómetros.
La caída de nieve acompañó este año a los peregrinos, fenómeno conocido por lugareños como “acarapi”, la precipitación sólida sorprendió a muchos que escalaron, le puso un matiz de bendición, que causó sensación y a la vez preocupación ante posibles afecciones a la salud.
El “acarapi” cayó desde Mahuayani hasta los 5,522 m.s.n.m., donde está el Apu Colkepunku, a donde ascendieron por tradición ukumaris o pablitos, varones que personifican al oso de anteojos y son fieles guardianes del Señor de Qoyllur Riti y de lo poco que queda del nevado.
Se calcula que más de 140 mil fieles concurren al santuario, aunque esta cifra podría incre- mentarse por la atracción, la fe, devoción, milagros y castigos que esperan ser redimidos con la riesgosa caminata al “Cristo Campesino”, al Cristo de la nieve resplandeciente (Qoyllur Riti).
La magnitud de fieles y curiosos que llegaron con sus carpas y plásticos se puede apreciar desde lo alto del nevado, y el resto cumbres rocosas que abraza celosamente el Sinak’ara, y así lo contemplaron los Ukumaris de la Nación Paucartambo, con sus pillones, traje que los personifica como osos.
“Somo andinos y veneramos a Nuestro Señor de Qoyllur Riti”, expresó José Luis Mamani León, caporal y guía de los Ukumaris acompañado de cientos de pablitos en un altar de piedra, recordando que preservan ese sincretismo con sus religiones, andino-católico.
Llegar ante la imagen del Señor del Qoyllur Riti y ante el nevado llena de energía, reconforta y alimenta esa fe, indescriptible para muchos, “el Ukumari cumple con sus usos y costumbres, estamos en el Colkepunku a quienes los osos nos debemos”, resalta, pero con cierta preocupación, al recordar que años atrás hubo una masa de nieve en el lugar.
“Regresar en el tiempo no podemos, pero si recordamos; como usted ve, nos ha bendecido con un acarapi, la nieve. Años atrás teníamos una nieve resplandeciente, pero ahora con el calentamiento global lo esta- mos perdiendo”, lamenta.
Mamani León, después de los rezos, oraciones en quechua, espera el apoyo de la comunidad científica para revertir estasituación, y conforme a sus costumbres, descendieron esta vez para encaminarse a la peregrinación por la “ruta de las 24 horas”, un camino de herradura hasta el templo colonial de Tayankani.
En el santuario miles de fieles participaron de misas, procesiones del Señor de Tayankani, y también vieron el retorno de las cruces de madera descendidas por las ocho naciones peregrinas desde el Colkepunku para ser preservadas en el templo.
La peregrinación de las 24 horas se cumplió con el tradicional “Inti Alabado” adoración al sol, los fieles y visitantes caminaron durante la mañana, tarde y noche por parajes espectaculares, aunque cada vez con la presencia de la minería ilegal, excavaciones clandestinas y cercos con mallas metálicas.
El astro sol este año no iluminó con intensidad por la presencia de nubes, pero se desarrolló al rito ancestral con los Arariwas, maestros o guías de los Pukapakuri Wayri Chunchos, danza ancestral, pre inca, al igual que los Ukumaris, reconocidos por el Congreso de la República el 2021.
Con ellos las danzas hicieron los desplazamientos conocidos como “simp’a” o trenza en la quebrada del “Yanacancha” y la “meseta del Inti Alabado”, posteriormente la feligresía retornó a la ciudad de Ocongate y así a sus lugares de origen.
La fe y devoción al Señor de Qoyllur Riti es desde 1780, año cuando el Niño Dios se le apareció al niño Marianito Mayta, y hechos milagrosos que terminó con la aparición de Jesucristo Crucificado, moreno y con el rostro piadoso, en un lado de una gigantesca roca hoy “roca sagrada”.
Sin embargo, este espacio es sagrado para la comunidad andina pues solía ser visitado desde tiempos remotos, pre incas, con expediciones de grupos que provenían de la amazonía y el ande en épocas del solsticio, el motivo de sus llegadas fue el origen del agua como fuente de vida, y fueron los Pukapakuri Wayri Chunchos protegidos por Ukumaris los que hacían largas travesías para sus ritos.