En la Plaza de Armas, cada 24 de diciembre, el arte popular y la tradición se mezclan en la Feria de Santurantikuy, un evento que reúne a miles de artesanos y familias en una colorida celebración de la Navidad andina
En la víspera de Navidad, cuando la Plaza de Armas de Cusco se llena de vida y tradiciones, una figura se convierte en la protagonista indiscutida: el Niño Manuelito.
Este personaje, cuya figura encarna la mezcla de devoción religiosa y las costumbres ancestrales, se convierte en el corazón de la Feria de Santurantikuy, un evento que ha evolucionado desde el siglo XVI, cuando los artesanos comenzaban a vender sus creaciones en la plaza central.
Hoy, el Niño Manuelito, cono- cido por su representación como un Niño Jesús adornado con ro- pas tradicionales y una tierna mirada, sigue siendo el símbolo más importante de las celebra- ciones navideñas en Cusco.
Una tradición de generaciones
La historia de Santurantikuy se remonta a épocas coloniales, cuando los españoles impusieron en las tierras cusqueñas la venta de imágenes religiosas como parte del proceso de evangelización.
Sin embargo, la feria no tardó en adaptarse y transformarse, incorporando elementos de la cosmovisión andina. Durante siglos, la tradición fue transmitida de padres a hijos, hasta convertirse en una de las principales manifestaciones de arte popular en la región.
Cada diciembre, más de mil artesanos se reúnen para mostrar sus habilidades, creando desde figuras de barro hasta sofisticadas esculturas en plata, madera y otros materiales. Este mercado de santos, conocido en quechua como “Santurantikuy” (cómprame un santito), es hoy un evento de referencia no solo en Cusco, sino también en todo el Perú.
Un mercado lleno de colores que se venden junto a vestimentas para el Niño Jesús.
Los artesanos, algunos provenientes de pueblos alejados, ofrecen una amplia gama de figuras que reflejan la creatividad y el talento heredado de generaciones pasadas. Cada obra tiene una historia, un legado que atraviesa los siglos y mantiene viva la cultura cusqueña.
De la tradición a Patrimonio Cultural
Santurantikuy fue proclamada Patrimonio Cultural de la Nación en 2009, un reconocimiento que subraya su importancia como uno de los eventos más representativos de la tradición católica y andina en el país. La feria no solo es una manifestación de arte popular, sino también una celebración de la identidad cultural cusqueña.
Artesanos como los Mendivil, Olave y Orellana, entre otros, han dejado una huella indeleble en la feria, consolidando la tradición y el legado de generaciones de artistas que han hecho de Santurantikuy una de las fiestas más destacadas del Perú.
Este evento sigue siendo un espacio de unión y revalorización cultural, donde las familias se reencuentran y la historia se celebra a través del arte y la devoción.