Aviso: Lo que expondré a continuación no tiene nada que ver con el plan de Cerrón y Perú Libre.
Desde hace mucho tiempo vengo sosteniendo de que en el mundo actual el espectro político ya casi no existe. La derecha e izquierda política en la mayoría del mundo han coincidido en que para lograr sus ideales ambos necesitan consolidar el crecimiento económico. Estados Unidos no es tan capitalista como se cree y China no es tan comunista como se piensa. Durante esta campaña política hemos sido testigos de quizá el mayor divisionismo político que haya existido en el Perú y lo preocupante es que está basado en conceptos irrelevantes. Una derecha que “terruquea” y una izquierda que “pituquea” sin tener ambos la mínima intención de lograr consenso político alguno sino simplemente hacerse del poder.
Es cierto que el Perú ha logrado un crecimiento económico importante durante los últimos 20 años, basta comparar los datos del Índice de Desarrollo Humano de las Naciones Unidas o los datos macro del Banco Mundial y otros organismos internacionales para verificarlo. Pero, también es cierto que durante ese crecimiento las brechas entre ricos y pobres se han hecho más evidentes. Resulta que ese fenómeno no solo es discutido en el Perú, sino que se ha convertido en un problema sobre todo en los países de habla inglesa y no tanto así en países como Alemania, Holanda, Finlandia, entre otros donde las brechas no han sido tan evidentes.
Después de la II Guerra Mundial el planeta llegó a un consenso global en el que concordó que la estructura global debía estar basada en el respeto a los derechos humanos, políticos, civiles, sociales, culturales y económicos. Es evidente que hoy en día el mundo necesita hacer una actualización de esos acuerdos puesto que la estructura actual ya no es suficiente, esa es una discusión que ya tiene muchos años encima pero que se ha visto impulsada a nivel global después de los estragos causados por el COVID-19. La brecha no solo ha sido evidente a nivel de sociedades sino también a nivel de países. El Fondo Monetario Internacional calcula que los países ricos han desplegado un gasto fiscal equivalente al 16% de su PBI frente al 4% de los países emergentes y eso no solo se debe a que son ricos, sino que también tienen posición de dominio respecto al acceso a financiamiento barato y además sus bancos centrales son dueños de las monedas globales, lo que ha generado que la brecha a nivel de países también se vea afectada.
Bajo este escenario en el mundo se habla con más fuerza de la economía social de mercado que tiene en el profesor Jeffrey Sachs (Harvard) como a uno de sus máximos impulsores y que básicamente sostiene que el mundo necesita un desarrollo económico inclusivo y ambientalmente sostenible. Las áreas de inversión que se propone en la economía social de mercado son: a) educación, investigación y desarrollo, b) salud y bienestar, c) energía limpia, d) agricultura de precisión, e) ciudades sostenibles y f) revolución digital. Yo creo que sin importar si usted es de derecha o de izquierda está de acuerdo con estas áreas de inversión propuestas; sin embargo, hay un problema enorme al respecto, requiere que cada uno de los países ejecuten una inversión gigantesca, inversión que no era viable en países como el nuestro aun en condiciones prepandemia.
Hace poco el presidente Biden de los Estados Unidos propuso al congreso americano un plan de infraestructura bastante agresivo, pensado en volver más competitivo a su país considerando el crecimiento de China. El plan de Biden está basado en gran parte en las áreas de inversión propuestas en la economía social de mercado y para poder financiar una parte del plan ha propuesto mayores impuestos a los ricos, hasta el momento no ha logrado consenso y el gobierno no sabe cómo va a financiar dicho plan. Si el país más poderoso económicamente tiene problemas para financiar este tipo de reformas, ¿qué posibilidades tenemos nosotros, que desde antes de la pandemia veníamos con cierto estancamiento económico y no tenemos tantos ricos como Estados Unidos?
Otro aspecto fundamental para pretender una economía social de mercado es la cohesión social, puesto que hablamos de un proyecto de paz. Veamos el caso de Alemania. Después de la catástrofe que fue para ellos la derrota en la II guerra mundial decidieron crear una nueva Alemania, basada en la libertad y libre competencia, pero garantizando ciertos estándares sociales. Sus preceptos se basaron en la personalidad (pacto social), subsidiaridad (descentralización) y solidaridad (bien común), hubo un pacto entre el gobierno, empresa y voluntad ciudadana, una cohesión social bajo los cuáles generaron su propio desarrollo.
Situación similar ocurrió en Finlandia que el 30 de noviembre de 1939 sufrió el ataque de la Unión Soviética sin que nadie acuda a defenderlos a pesar de los pactos activos con otros países. Entendieron que no podían pelear contra sus vecinos soviéticos pero que podían volverse en la principal fuente de tecnología occidental para ellos y aminorar las pretensiones soviéticas. Para ello el pacto social finés fue el de hacer productiva a toda su población y para ello el sistema educativo debía garantizar una buena educación para todos, hoy en día Finlandia es considerado un país rico y con uno de los mejores sistemas educativos del mundo.
En el caso peruano el COVID-19 ha sido claramente una catástrofe para el país, han muerto alrededor de 190 mil peruanos (muchos más que en la guerra con Chile). Esta situación bien pudo haber sido ese impulso que necesitábamos como sociedad para lograr ese pacto social en el que todos podíamos habernos puesto de acuerdo en qué es lo que queremos como país, pero en vez de ello decidimos “terruquearnos” y “pituquearnos”. Somos un país muy diverso y esa diversidad hace que gobernar sea muy difícil, por ello necesitamos identificar cuáles son nuestros valores centrales que puedan sostener nuestra propia identidad como peruanos y nuestra propia cosmovisión de tal manera que podamos ofrecer claridad y una base sólida y certidumbre de qué es lo que queremos como país.
Tal y como están las cosas hoy en día, veo muy complicado lograr la tan ansiada “dinámica peruana” que permita generar desarrollo o al menos proyectarlo para los próximos años. Así las cosas, será muy difícil gobernar a una sociedad extremadamente dividida, mucho menos lograr reformas exitosas que permitan crear las bases para el desarrollo a partir de un pacto único como peruanos. Quizá le toca a cada uno de nosotros repensar nuestras voluntades individuales y asociarlas al país en el que realmente queremos vivir, después de todo nuestras características personales se ven representadas en nuestros dirigentes nacionales.

